El descubrimiento, fruto de un trabajo de prospección y datación por carbono 14 iniciado en 2019 y ampliado en 2025, ha permitido datar 25 ejemplares, de los cuales ocho superan el milenio de vida, y tres sobrepasan los 1.500 años. Este hallazgo ofrece una valiosa ventana al pasado ecológico del Teide y refuerza la importancia del cedro canario como símbolo de resistencia y biodiversidad.

Investigadores del GIR Cambium

En el proyecto trabajan los investigadores del GIR Cambium de la Escuela Universitaria de Ingeniería de la Industria Forestal, Agronómica y de la Bioenergía (EiFAB), José Miguel Olano y Gabriel Sangüesa.

Olano ha destacado que el proyecto “pone en valor cómo la ciencia y la colaboración público-privada pueden ofrecer resultados tangibles en la protección de nuestro patrimonio natural. La biodiversidad de Canarias es un tesoro que debemos preservar con rigor, conocimiento y compromiso”.

Además, el mismo investigador de la UVa ha valorado que estas investigaciones «sirven para comprender el valor patrimonial de los cedros del Teide y, junto con las de otros grupos de investigación, han arrojado luz sobre cómo fue la vegetación del Teide antes de la llegada de los primeros pobladores humanos».

Asimismo, el proyecto ha incorporado acciones de restauración ecológica complementarias, como la instalación de muladares para favorecer el regreso del cuervo canario, un dispersor natural de semillas que había dejado de nidificar en el Parque; el seguimiento de la dispersión del mirlo capiblanco, que contribuye al transporte de frutos de cedro; y la plantación de nuevos ejemplares cultivados en viveros a distintas altitudes a partir de semillas recolectadas en poblaciones naturales.